Ave fénix… Día 19

Gancho al hígado el de hoy… no sé, parecía que todo iba bien, mejor. Poco a poco sonriendo más, jugando más y hoy se desplomó mi ánimo. La luna llena trajo consigo la locura de perderte.

Gracias a ti, muchas de mis ansiedades sobre el futuro se esfumaban. Tenías algo, no sé qué, algo que no tiene nadie más, ningún otro perro, ni gato, ni persona. Algo que me tranquilizaba. Tu magia me aterrizaba en el presente y tú tan discreta. Pensaba que era yo, que los días de ansiedad habían quedado atrás. Pero no. Sin ti, siento un hueco que me asusta. Siempre me ha asustado el futuro. De niña soñaba con el fin del mundo, escenarios caóticos donde yo sobrevivía para ver la muerte, para volver a sembrar la vida. Me pregunto ahora con la magia de vuelta en mi vida, si estos sueños cuentan historias por venir o son simbólicos de una realidad que vivimos hoy.

Un apocalipsis no debe ser tan diferente a lo que se está viviendo en Siria, o lo que se vivió en el Tsunami o el huracán Katrina. Creo que el apocalipsis no es algo global, creo que es algo personal y a todos de una forma u otra en algún momento les toca vivir su apocalipsis. A veces toca en grupo y muchos deciden compartir la misma experiencia, otras veces toca a solas. Y al enfrentar un apocalipsis sólo hay tres opciones: o mueres en el impacto, o mueres lentamente por el trauma o sobrevives. Si sobrevives, inevitablemente querrás reconstruir. Esto me remite al fénix, resurgir de las cenizas.

¿Cuántas veces resurgimos de las cenizas en una vida? ¿Cuántas veces nos inmolamos o nos queman?

A veces fingimos que no pasa nada, que las quemaduras son de primer grado y seguimos caminando, cuando en realidad el alma arde por dentro. A veces nos abruma el fuego y sentimos que morimos, no logramos ver la salida. Menos veces logramos encontrar el punto bello, la llave de la transformación. Entonces ¿cuántas cenizas cargamos del pasado? ¿cuántas veces de todas esas hemos logrado resurgir elegantemente como el fénix?

Resurgir como el fénix yo lo entiendo como un acto sublime, mágico, único, bello… doloroso si pero sincrónico y perfecto. Sólo el fénix sabe exactamente cuánto tiempo necesita para consumirse en el fuego y es lo suficientemente paciente y atento para saber cuando las brazas se han apagado por completo. Entonces se toma justo el tiempo necesario para empezar a formar su nuevo ser y eventualmente, al ritmo natural, renacer.

Sigo quemándome Lua, con tu partida y con muchas otras partidas que se reviven hoy. Eventos en mi vida que han dolido y que creí que habían sanado. Ahora sé que no del todo, reconozco que he apresurado mis procesos. Me he fastidiado conmigo misma por ser “débil”, por no “sanar” apropiadamente. Me he empujado a “ser fuerte”. Creo que hasta ahora, no he logrado renacer como el fénix… me han faltado alas, o plumas, quizá colores, o el pico… no lo sé, en cada evento me ha faltado algo.

Me estoy quemando. No me preguntaré cuánto durará este proceso. Sé que no es cuestion de tiempo sino de ritmo (como lo explicabas en nuestra charla anterior). Así que no me queda más que elegir sentir a fondo estas llamas, dejarlas que consuman todo lo que me trajo hasta aquí. Honrar este momento y esperar a que las cenizas aterricen, se concentren y se enfríen para entonces preparar mi renacimiento.

¿Cuándo vas a volver?

“No lo sé mamá. Es cuestión de ritmo, no de tiempo. El tiempo no importa en cuestiones de la vida ni en temas del amor. Hay cosas en tu vida y en la de papá que necesitan retomar el ritmo. También Leo, Maggy y Jake necesitan retomar el ritmo. Cuando recupere cada uno su propio ritmo, entrarán en armonía de nuevo. Sé que mi partida alteró el ritmo de familia que teníamos. Esto tiene varios propósitos. Algunos los hemos platicado. Hoy quiero mencionar el propósito de -agitar el agua y filtrar-.

Con la partida, la separación y el cambio -las aguas de la vida- se agitan. Como en una jarra de agua con sedimientos, cuando todo está quieto la mugre se queda abajo y podrías servirte de esa agua casi creyendo que está completamente limpia. Al agitar el agua, esta se enturbia y todo lo que estaba hasta el fondo, sube.

Si te quedas de brazos cruzados cuando tus aguas se agitan, si te sientes víctima de esta violencia, de esta agitación, no pasará mucho. Padecerás hasta que el agua se calme de nuevo y las partículas de suciedad se vuelvan a ir al fondo de tu alma… y tu vida seguirá igual.

Cuando el agua se agita y empiezas a darte cuenta de toda la mugre que aún cargas es tiempo de actuar. Es aquí cuando quieres ponerle atención a todo lo que sientes, a todo lo que percibes dentro de ti. No lo adormezcas, no lo ignores, no te enojes contigo por cargar esta suciedad, no pierdas tiempo enredada en la falta de ritmo. Escucha. Escúchate. Aquí es cuando se te presenta la oportunidad de filtrar. Como ya te diste cuenta de que tus aguas necesitan limpieza, es la oportunidad perfecta para filtrar. Al procesar tus emociones…”

Antes de que continúes, podrías ayudarnos a definir ¿procesar? ¿qué se requiere para procesar emociones?

“Buen punto. Sólo usé esa palabra porque se encuentra dentro de tus referencias de lenguaje. Intentaré explicarlo desde mi perspectiva. Procesar emociones es fluir con ellas. En mi experiencia de vida como perro aprendí a fluir con mis emociones, los humanos lo llaman procesar creo porque piensan que es un proceso mental, y no.

Un perro cuando siente enojo, permite que su cuerpo fluya con ese enojo y le da salida, lo expresa y deja que este enojo lo lleve al lugar/momento indicado, sin forzar nada. Por ejemplo, -me enoja que Leo se acerque al sillón cuando yo estoy descansando-, mi enojo fluye hacia mi cuerpo para expresarlo y comunicarle a Leo que me molesta. Para esto gruño y muestro los dientes. Leo escucha mi mensaje y se aleja. Si a Leo le enojara que yo estuviera en el sillón y dejara fluir la emoción, entonces me expresaría su enojo también. Si a los dos nos enoja al mismo tiempo, quizá pelearíamos. Aquí es donde entra la mente, el autocontrol, la toma de decisiones. Los perros no somos muy buenos en eso cuando nos encontramos con un choque, sobretodo si el entorno nos hace sentir atrapados, sin embargo en la convivencia cercana entre perros vamos llegando a acuerdos y vamos conociendo los límites de cada uno. Esto nos ayuda a resolver conflictos de mejor manera. Los humanos son muy buenos para -controlar- sus emociones o al menos para creer que las pueden controlar. Esto puede sonar a ventaja, pero no lo es puesto que ha llevado a las personas a inhibir sus emociones y a dejar de expresarlas. Como las inhiben la mayor parte del tiempo, el cuerpo ya no sabe que hacer con ellas y se atascan, se atoran y se pudren.

Si sientes tristeza, déjala expresarse y siente el impulso que te da, hacia dónde te quiere llevar esa tristeza. Cuando identifiques hacia dónde te lleva, déjate y si en algún punto no deseas ir ahí, entonces toma una decisión distinta, pero no antes.

Así vas -procesando- las emociones y logrando filtrar tus aguas. Abraza los procesos de agitación porque así es como se logra el verdadero crecimiento. Observa con atención todo aquello que sientes y vas viviendo durante este tiempo agitado; conócete y ama lo que descubres. Honra lo que ya no te sirve pero que fue parte de ti hasta hoy. Agradece tu valentía y tu dedicación ante este proceso. El renacimiento llegará.

Detén los pensamientos de futuro porque desde un lugar agitado puede verse caótico, incierto, alterado… el futuro es siempre cambiante, no hay futuro definitivo. Lo que está escrito, solo se escribe como referencia y puede expresarse en un millón de formas distintas, creando momentos únicos e inesperados. Azar y destino son dos cosas distintas y una no excluye a la otra.

Sería repetitivo para mi regresar a la tierra en el cuerpo de un perro. Si bien mi vida fue corta, experimenté todo lo que quería conocer desde esa perspectiva. Quisiera reunir el valor de regresar a la tierra como un ser humano. Requiere mucho valor ¿sabías? Ser un humano en el planeta tierra conlleva muchos riesgos, el mayor de todos -el olvido prolongado-.”

¿Qué es el olvido prolongado Lua?

“Al nacer, recordamos nuestro origen espiritual, nos sentimos uno, estamos conectados con la fuente del universo, somos la vida misma y todo en un fragmento, recordamos todo lo que somos y hemos sido en el universo. El ser humano al desarrollarse tiene dos opciones: o 1) expande su conexión al todo a través de una conciencia viva que adquiere pensamientos físicos afianzando su existencia espiritual o 2) se contrae en la desconexión, aislando su conciencia y atrapándose en la mente artificial.

Esa es la situación que se vive ahora en el planeta tierra.

Por supuesto, aún es muy alto el porcentaje de probabilidad de que suceda lo segundo. Se requieren madres, padres y núcleos familiares especiales para poder lograr lo primero. Se requiere un alto nivel de sincronía y una precisión inverosímil para que la coincidencia universal suceda. Así que no lo sé aún.

Mi misión por el momento sigue siendo está y nos falta mucho por compartir, esciribir y relatar… también estoy en mi proceso de ave fénix, aunque desde una perspectiva mucho más amplia y de alto contraste. Ya casi no recuerdo el tiempo ni entiendo el día y la noche.”

 

 

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