De elefantes y tambores… Día 38

Esa tristeza que se cuela, que a veces no logras reconocer y batallas con ella durante el día, porque no la aceptas, porque no la sientes. Y se siente rechazada ella misma, la tristeza, y se pone triste por eso también. No la escuchas, no la quieres rondando en tu amanecer. Finalmente gana y las lágrimas se manifiestan colándose entre las grietas que un momento bello detonó. Y la miro a los ojos y ella a mi… y comienza a hablarme de ti.

Me recuerda cómo era la experiencia de vivir contigo. Había momentos en los que sólo estábamos tu y yo y el mundo se quedaba atrás, fuera de foco. En esos momentos noté tu forma de reconocerme, de verme, sólo así, yo. No necesitaba ser nada en especial para ti, no necesité jamás fingir, poner una buena cara, analizar mi lenguaje, mi postura, tú me permitías ser al cien por ciento, y me apreciaste así, completa. A veces en esos momentos yo me sentía triste y así me veías también. Me amaste tan transparente y yo a ti. No necesitaba que fueras nada por mi, que hicieras algo en particular para satisfacer mis necesidades, nada… sólo ser tú. Y lo fuiste. Jamás fingiste, siempre expresaste tu interior y dejaste que lo viera.  Me enseñaste tu verdadera naturaleza y yo te enseñé la mía.

Somos cómplices del alma.

Así quisiera seguir, sin fingir, sin ocultar… por eso te comparto hoy, que te extraño mucho, más de lo que hubiera imaginado. Sé que estás conmigo y aún así extraño el calor de tu presencia, tu mirada que me cimbraba, tu juego que sacudía las capas de oscuridad.

Ayer te canté una canción acompañándome en la guitarra, acordes simples, sólo tres, de los primeros que me he aprendido… Re mayor, Sol mayor y La mayor… jugando. Y fue entonces que se asomó, esa tristeza que se andaba disfrazando de enojo. Hubo eventos que interrumpieron el duelo. De tajo me encontré en modo ‘alerta y resolución’ y comencé a enfrascarme en la cotidianeidad de los acontecimientos espontáneos y sorpresivos. En ese espacio donde llego a sentir que estoy en un pantano intentando camuflarme de un posible agresor y al mismo tiempo lista para el ataque. ¿De qué me estoy defendiendo? ¿Por qué me siento asustada?

Días y noches inquietas. Quiero hacer mil cosas y el cansancio cerebral me agota. Alcanzo a atrapar una, quizás dos o tres, pero nunca diez.

Interrumpido el duelo comencé a enojarme. ¿Por qué? Por todo, todo irritando mi paso por la vida y yo dejándome irritar. No podía evitarlo, sólo estaba sucediendo, así, sin más. Nuevos retos unos más pequeños que otros, nuevas disyuntivas, la posibilidad de nuevas separaciones y tú en el fondo, y yo tan ocupada.

Con el canto se cayó el disfraz y apareció la tristeza:

‘Doña Tristeza, pásele usted, cómo ha estado, qué me cuenta.’

‘Ay Gabrielita, te cuento que no me fui, aquí siempre había estado, suspirando, esperando por un momento tuyo. Puro pan me diste.’

‘Pues qué no dicen que las penas con pan son buenas’…

Y Doña Tristeza traía tu retrato… no uno, varios, muchos momentos… y sonreí para seguir cantando.

A veces es difícil mantener el dedo en la tristeza, por que no quiere uno sentirse así, queremos sonreír, disfrutar, bailar… o eso nos dicen que estaría ‘bien’.

La verdad es que no tenemos mucha opción. Si me fuerzo a cambiar de estado de ánimo lo único que pasa es que la tristeza se entierra más profundo y entonces empieza a ponerse esos disfraces de los que hablo, y ahora parece enojo y ansiedad, rabia repentina, sobresaltos, angustia… todo por quererla hacer a un lado.

Mi duelo no ha terminado.

No sé qué espera la gente cuando un ser amado muere ¿superar la pérdida? ¿qué significa ‘superar’ en este contexto? No me hace mucho sentido, me parece una palabra que no define con precisión lo que queremos lograr o lo que naturalmente sucederá. No superas la pérdida. Para superarla necesitarías algo más grande ¿no? Creo que una palabra más adecuada sería ‘adaptarte a la pérdida’. Un individuo adaptado, me suena a un individuo que ha logrado encontrar su lugar y bailar con su entorno, sea cual sea la circunstancia. Hay situaciones o circunstancias a las que jamás deberíamos ‘adaptarnos’, sin embargo la muerte de un ser amado si es algo a lo que nos queremos adaptar.

No podemos ir en contra de la muerte. De hecho lo hacemos todo el tiempo y parece que dedicamos la vida a huir del final físico y vivimos preguntándonos si existe el más allá. Le tememos tanto a la muerte que ahora que lo pienso, creo que en general no nos hemos adaptado a ella. Me parece una maravilla no saber cuándo vamos a morir, pero no aceptar esa interrogante causa estragos. La humanidad sigue buscando la inmortalidad. No hay cosa más antinatural para la biología y más natural para el espíritu ¿por qué nos confundimos tanto?

“Me toca responder.”

Hola mi Lua de las estrellas, sabía que llegarías en cualquier momento.

“Estaba escuchando con detenimiento tus voces.

El humano tiene un increíble poder de conectar lo tangible con lo no tangible, de tender puentes entre el mundo de los organismos biológicamente vivos y las energías sin forma física. Sin embargo, su existencia está infectada por un virus. Un virus de sistema, alienígena, no nativo de este planeta, un diseño foráneo de tecnología eléctrica que invade nuestro mundo desde hace milenios. Este virus distorsiona la realidad y el ser humano replantea su sistema de creencias de acuerdo a la dictadura perfecta de una inteligencia artificial sin articulaciones orgánicas.

Así ha sido por mucho tiempo. El verdadero oscurantismo no se terminó.

En 2012 se acabó el mundo.

Muchos se prepararon para un final trágico y determinante sin comprender el verdadero significado de este simbólico final. En 2012 se acabó el mundo como lo conocían. La posición interestelar de nuestro amado planeta tierra, una precisa coordenada en medio del multiverso, intesificó los poderes curativos de la tierra y los tambores empezaron a sonar con más fuerza y los elefantes pudieron retomar el ritmo, las ballenas se empezaron a reorientar y los bancos de peces a danzar en mayor número. Muchos seres humanos se sorprendieron al encontrarse en un lugar desconocido para ellos, no porque no supieran dónde estaban sino porque no entendían porque estaban haciendo lo que hacían. Cambiaron. Comenzaron a cuestionarse internamente sus acciones. Las revelaciones comenzaron.

Seguimos en ese tren que va a toda velocidad, un tren de cambio, donde las mentiras se vuelven evidentes en todos los niveles, donde si no sintonizas con tu verdad interior y activas tu brújula-corazón, podrás confundirte fácilmente perdiendo la referencia de qué es verdad y qué no.

El planeta tiene fiebre.

Como la fiebre que nos da cuando tenemos un virus invadiendo nuestro cuerpo. Yo sentí esa fiebre antes de morir, días enteros con ella y la madre tierra hablándome -Hija mía, a través de esta fiebre combates al virus, tu cuerpo podrá morir en el intento pero no tu espíritu, y al trascender te sentirás radiante, más viva que nunca y llevarás mi mensaje contigo. Lograrás ser escuchada y tus intervenciones serán perfectas y oportunas. Abraza la fiebre sin miedo y déjala ser.- Sentí la fiebre con ella y comprendí que la tierra tiene fiebre y todos nosotros con ella. La fiebre no es un síntoma de enfermedad, la fiebre es un síntoma de sanación. La tierra se calienta en respuesta al virus que la invade. Y muchas células se van sanando.

El virus distorsiona la visión del futuro en los humanos.

Muchas personas no pueden ver más que futuros terribles, catastróficos, su propia destrucción y muerte. Otras sólo viven en el futuro, agobiando su presente, olvidando que aún no llega y generando un estado de perpetua insatisfacción y búsqueda. Aquellas pocas que ven el futuro con esperanza y luz, visualizan en medio del trayecto algo oscuro. No hay visiones limpias en humanos adolescentes, jóvenes o adultos.

Sólo los niños pueden ver el futuro transparente y feliz. Aunque a temprana edad aprenden que sus visiones son imaginarias y no corresponden a la realidad, en secreto guardan ese espacio de luz. Por supuesto que las visiones de un niño no corresponden a la realidad adulta, porque el adulto vive inmerso en la distorsión. La fiebre está haciéndolos despertar.

Si un porcentaje de humanos tan pequeño como el 1% de toda la población mundial lograr visualizar el verdadero futuro, se abriría el camino para todos y la humanidad se conectaría con esa realidad posible que ya es verdad en otro tiempo y espacio.”

Lua, ¿hay algo que podamos hacer a nivel individual para dejar que la fiebre actúe y nos despojemos de este virus?

“Si. Dejar de planear el futuro con base al miedo. Dejar de buscar la estabilidad y la seguridad futura y concentrarse en lo que tienes presente hoy. Dejar de tapar emociones y escucharlas, porque a través de las emociones tu brújula-corazón te da mensajes importantes.

Ir al interior de tu alma, verte por lo que realmente eres, un ser de luz en transformación.

Si no sabes cómo verte a ti mismo, puedes pedirle ayuda a los perros, si tienes una relación sincera y profunda con el perro que te acompaña el te enseñará quien eres y cómo te ves, sin todas esos disfraces que has acumulado en tu armario emocional.

Después, aprender a esuchar a la tierra y todas sus criaturas es primordial.

Convertirlo en ejercicio diario hasta que se vuelva costumbre y te deje de sorprender tu habilidad para esuchar. Hasta que dejes de pensar que lo que escuchas es tu imaginación y no es real.

Cuando sientas tu corazón latir al ritmo del tambor del centro de la tierra, cuando mires un elefante y comprendas la importancia de su existencia, cuando escuches a una abeja y sientas al colectivo conectado, vibrando a través de tan sólo ese par de alas.

Cuando veas a los animales no humanos y no sientas lástima sino admiración y respeto, igualdad y compañerismo, cuando por fin comprendas que todo está conectado y que estamos en esto juntos.”

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