El humano come y come… Día 15

Hola mi amada Lua, te cuento que Jake (gracias a la destreza de Maggy) ya aprendió a saltar la reja hacia el jardín de atrás donde está la composta… hoy en la mañana hubo travesuras por doquier. Las cosas han empezado a cambiar desde que no estás. Jake, Maggy y Leo se comportan diferente. Leo regaña a Jake y ahora es quien lidera la batalla campal con los perros vecinos; Jake ha empezado a hacer cositas que ya no hacía gracias a tus lecciones amorosas. Y Maggy… qué te cuento, estoy descubriendo un lado de ella que no conocía. Siempre habían estado Bumsi y tú, y Maggy parecía una perra bastante sociable. Estoy descubriendo que le enojan mucho otras perras y no quiere que ningún perro vecino se acerque a su territorio. Tú mediabas las cosas e integrabas a la familia. Tenemos que reaprender a vivir sin ti y sin Bumsi.

Las interacciones entre perros son mucho más complejas e interesantes de lo que imaginamos. El ser humano pasa la mayor parte del tiempo reprimiendo sus conductas y pocas veces se dedica a observar y enriquecer su vida a través de estas valiosas experiencias. “El baile canino” me gusta llamarlo, hasta donde los más sutiles movimientos comunican algo. Y entre ellos se observan y nos observan. Te extraño Lua, cada día descubro más detalles en los que ya no estás. Comprendo tu partida y no tengo problemas con esta nueva realidad sin ti, la acepto y la abrazo, sin embargo, dejaste un hueco enorme. La casa se siente como si en realidad hubiéramos tenido seis perros y con tu partida se fueron tres. Hay muchos largos momentos de quietud y las interacciones reducidas como grupo son más torpes sin ti, más toscas.

Para una amante de los perros y una fanática de la observación, de “dejarlos ser” y aprender de lo que observo, sé que también con tu partida me estás dejando enormes lecciones sobre tu especie. Me fascinan. Puedo afirmar y tener la certeza de que jamás encontraré una perra como tú, por más que pudiera parecerse físicamente, Lua sólo hay una, porque ningún perro es igual a otro. Son exactamente como nosotros y así con la misma certeza sé que esto es igual en todos los mamíferos. La maravillosa individualidad. Qué afortunada he sido de conocerte y de conocer a cada uno de los perros que generosamente comparten su vida conmigo, sus regalos, su riqueza de ser.

“Lo sé. He estado viendo también. Le pedí a mi amiga Lunetta que no volviera, no necesitan otro perro por ahora y sé lo difícil que es para ustedes no querer ayudar cuando se presentan en la puerta de la casa. Llegarán más seres a la familia pero por ahora es necesario este periodo.”

Lunetta es una amiga de Lua que la visitaba a través de la reja. Venía casi todos los días a saludar y Lua y se quedaban un buen rato “platicándose” a la distancia. Lua le pedía a Maggy que no le ladrara. Hace unos días Lunetta regresó buscando a Lua, le dimos agua, comida y le quitamos un collar que traía que estaba muy apretado. Nos costó mucho trabajo lograr ese pequeño acercamiento, Lunneta le teme a los humanos. Se ve sana, fuerte, aunque inevitablemente nuestro deseo era llevarla al veterinario para esterilización. Pensamos que quizá en un par de días lograría confiar y podríamos cumplir la misión. Sin embargo, Lunneta no ha regresado…

“Sé que amaneciste extrañándome, recuerda que estoy aquí con la ventaja de que ya no como ni me enfermo jejeje ¿es muy pronto aún para bromear? Sé que no. La verdad es un alivio no sentir hambre. La comida hoy en día es horrible en el planeta tierra. Es una pena, en realidad es un paraíso pero el humano modifica los alimentos y los convierte en comida descompuesta. No respetan ya los ritmos orgánicos. Ningún animal en la naturaleza come con reloj en mano porciones del mismo tamaño, cantidades perfectas y mucho menos -creadas en laboratorio-. Las personas viven bajo un engaño y falsas creencias. Esto tiene que ver con la pregunta que me hicieron sobre el sufrimiento.

Los humanos comen emocionalmente: se sienten enojados, comen; se sienten tristes, comen; se sienten ansiosos, comen; se sienten aburridos, comen; se quieren divertir, comen; quieren socializar, comen; quieren festejar, comen; están tan ocupados y distraídos comiendo, que todo lo demás pasa a segundo plano. La comida en sus diferentes formas, se transforma en adicciones, adicciones tan fuertes que no importa lo que se tenga que hacer para satisfacer esa -necesidad- y llenar ese hueco emocional.

No importa… como sea, el humano come. Y este es el centro del gran mal que nos aqueja. El humano come violencia, sufrimiento, distorsión. Mata todo lo que come y lo consume incluso antes de ponerlo en su boca. Para cuando la comida llega al estómago, la mayor parte ya viene muerta y en proceso de descomposición. El cuerpo sufre. Un cuerpo insano genera más emociones depresivas, ansiosas, desagradables. Esto hace que la persona quiera comer aún más para -arreglarlo todo- y ahora el ser humano se ha inventado miles de dietas y protocolos para supuestamente, arreglar el problema… y siguen comiendo demasiado y sin respeto, comiendo en desconexión con el planeta. No saben si quiera identificar los beneficios de una fruta porque ya no observan y no admiran el maravilloso trabajo de la naturaleza. No entran en comunión con el entorno y esto provoca una real desnutrición que se convierte en todo tipo de problemas de salud.

¿Por qué tanto sufrimiento? La única forma en la que el humano puede cambiar sus hábitos es a través de la reconexión con el planeta tierra y el despertar de la empatía y la compasión. Los animales no humanos estamos apoyando este despertar, estamos ayudando a que regresen a su estado natural, a que las personas recuperen su humanidad. Decidimos ser parte de este proceso porque somos uno, lo que les duele nos duele y compartimos el mismo planeta. Sólo hay una opción: salvarnos juntos.

Hay dos principales vías para que el cambio suceda y una sola forma de hacerlo. Primera vía: el despertar de la empatía a través de la identificación con otros, este terreno lo estamos cubriendo en gran medida, los animales no humanos. Segunda vía: la valoración del cuerpo propio y la compasión por uno mismo, este terreno lo cubren las enfermedades y el cuerpo físico. La única forma de hacerlo posible es de manera individual. Estos son cambios que suceden de adentro hacia afuera y no al revés.

¿Por qué los animales no humanos decidimos aceptar tanto sufrimiento? No porque así deba ser, sino porque es un proceso de transición inevitable. El sufrimiento y el dolor son distintos, el miedo también es diferente. El dolor es una sensación física de alerta para atender algo y cambiarlo. El estado en el que muchos animales viven hoy en día incluye dolor continuo o intermitente pero constante, con muy pocas pausas entre episodio y episodio. El sufrimiento es cuando el dolor se recrea mentalmente y se enriquece con experiencias hipotéticas o pasadas que lo amplifican.

El miedo, diría yo que es un dolor emocional. Los animales no humanos padecen más por miedo que por dolor. No existe en ellos el sufrimiento, o al menos existe muy poco. Nosotros sabemos que una realidad que duele y asusta ya es lo suficientemente desagradable como para enriquecerla aún más y convertirla en sufrimiento. Por eso la vida de los animales de granja es mucho más corta de lo que sería en la naturaleza. No se puede sostener la vida por periodos prolongados cuando hay un estado constante y presente de miedo y/o dolor.

El dolor físico provoca reacciones en el organismo que liberan sustancias. El miedo, también. Todas estas sustancias contienen información y se almacenan en los tejidos y en cada una de las células del individuo. Cuando posteriormente otro animal se come esto, estos mensajes de dolor y miedo se copian y las células del nuevo organismo integran la información.

Poco a poco, la realidad ha mutado hacia una cultura de dolor y muerte, porque todo está permeado de ello. Y se preguntan ¿por qué hay tanto dolor y sufrimiento en el planeta?

Todo comienza desde la distorsión interna, la desconexión y la falta de empatía.

Los animales no humanos están habitados por almas voluntarias que han elegido servir a este propósito, no sin un riesgo.

El alma cuando habita un cuerpo físico, corre el riesgo de perderse en el trauma y -atorarse-. Muchos seres vivos que han vivido experiencias traumáticas y mueren de maneras traumáticas, generan una especie de “estática o error” dentro de sus patrones energéticos. Esto -atrapa- al alma en un plano energético que no es ni aquí ni allá… ¿cómo puedo explicarlo? Pongamos de ejemplo un modem y una computadora. El modem emite una señal, en función de esa señal la computadora va a captar información de la red. Qué pasa si colocas un dispositivo entre el modem y la computadora, y este dispositivo emite una señal del mismo tipo que la del modem (en la misma frecuencia) pero con información diferente… tu computadora no podría captar la información de la red a través del modem porque esta estaría interferida por una nueva información, la del dispositivo -intermedio-.

Bueno, algo así sucede con el planeta tierra y las almas -atoradas-. Estos patrones energéticos estancados, interfieren con la señal energética sana y original que deberías estar -recibiendo, leyendo, captando- y en lugar de eso, entonces ahora captamos lo que esta capa intermedia de energía estancada transmite: dolor, violencia, miedo, angustia, etc.

La carga que tiene ahora esta capa intermedia es enorme y nos sumerge en una cultura, en una red de muerte, en lugar de una red de vida como originalmente es. Hay una -señal- que está sobreescribiendo la señal nativa de nuestra madre tierra. Son conceptos complicados de traducir, espero que estemos logrando un buen nivel de comprensión juntas.”

Lo comprendo Lua y si es un poco difícil de describir en forma escrita, espero que nuestros lectores lo encuentren congruente y si no, ya te estaré solicitando clarificaciones. Por ahora me saturé un poco y quiero regresar a otras labores ¿podemos retomar más tarde? “Por supuesto, gracias por tomar el tiempo. Nos falta mucho por escribir, esto es apenas el calentamiento. Algún día necesitaremos un editor y quizá resumir algunas cosas, no lo sé, grandes acontecimientos de cambio están por venir para todos y la información que deseo compartir ayudará a que la transición sea más rápida, suave y comprensible.” Gracias Lua, por existir y por estar.

“Espera… una cosa más. Para quien me preguntó si su perro podía -ver- con los ojos físicos otras dimensiones y energías, la respuesta es si. Es tu guardián y te ayuda a filtrar energías negativas. También avisa cuando existen seres de otras dimensiones que no necesitan estar cerca de ti y con su energía los aleja. También es tu guardián astral.

Un guardián astral es aquel que te acompaña en aventuras durante -los sueños- y te ayuda a trabajar energéticamente los aprendizajes que has adquirido, resolver problemas cotidianos y protegerte para que no regreses (despiertes) con energías que no te pertenecen. Todos tenemos guardianes astrales. Para quienes comparten la vida con perros, gatos y otros animales, la energía del guardián suele ser mucho más fuerte. Después platicamos más sobre este tema.”

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